Hace 12 años | Por --116755-- a diariovasco.com
Publicado hace 12 años por --116755-- a diariovasco.com

Los caminos del Señor son inescrutables. Dos feligreses de una pequeña iglesia evangélica de San Sebastián han conseguido derribar con su ejemplo muros de odio y desconfianza levantados por años de terrorismo. Un chaval que pasó gran parte de su juventud cruzando contenedores y preparando cócteles molotov es ahora uno de los mejores amigos de un guardia civil que ha pasado media vida en el cuartel de Intxaurrondo asistiendo a entierros de compañeros asesinados.