Hace 15 años | Por upcdf41 a javiermarias.es
Publicado hace 15 años por upcdf41 a javiermarias.es

Javier Marias nos vuelve a deleitar con un artículo sobre el desgaste al que nos vemos sometidos hoy en día tanto en época de trabajo cómo en vacaciones, en una sociedad que no permite el más mínimo descanso ni el aburrimiento.

D

Cuánta razón... Me recuerda a mi padres, que cuando les digo que una noche me quedo en casa o que me apetece quedarme un fin de semana tranquila leyendo un libro junto con mi pareja, me llaman vieja, porque se supone que con 26 años tengo que estar día sí día también saliendo de fiesta (y emborrachándome, claro) y no puedo cansarme, porque soy joven.

La verdad, me entran ganas de hacer un manifiesto para los jóvenes "aburridos" que tenemos hobbies tranquilos en vez de tener la cabeza en los botellones del próximo fin de semana.

biritx

#1 no te doy más karma porque no tengo.
Yo el año pasado viví una depresión tras lo que me dijeron era una fatiga por estrés. El caso es que me levantaba a las 5,30 corría 15km y luego al curro todo el día de pie. Por la tarde al gimnasio y a yoga, además de ir a caminar. Comía en 15 minutos y la cena era ligera porque no tenía tiempo de digerirla.
Pues bien, a los 27 probé lo que es tener un cuerpo inservible.
Así que reivindico la vida ociosa como parte fundamental de la salud!!!!!!! (todo en su justa medida)

c

Es que esta manía de nuestro tiempo de producir, producir y nada más que producir, es insoportable.
Me harté de la ciudad, me vine a vivir a un pueblo y no puedo estar más que contenta con mi decisión. Vivo tranquila, feliz, tengo un trabajo que hago desde casa y sólo voy a la ciudad cuando es imprescindible. El sitio es silencioso y tranquilo. La gente educada y no excesivamente simpática, lo cual es estupendo porque así tienes la relación justa. Mis amigos vienen si les invito o llaman antes de venir puesto que mi casa "no les pilla de paso". La familia lo mismo.
Hace poco, por motivos de trabajo, tuve que ir a Madrid. Espantoso. Ni loca iría a vivir allí. Comprendo que no son nada felices cuando veo que, en cuanto hay dos días libres, se echan a las carreteras como locos huyendo de sus casas.
Creo que uno de los ingredientes de la felicidad es el ritmo bajo, humano, que te permita reflexionar y ser consciente de cuál quieres que sea tu vida.
En fin, que lo recomiendo.