Desde la misma advertencia, habla de guerra, llama a la acción, señala al enemigo, exige romper esta tibieza y anomia que caracteriza a las sociedades occidentales actuales y procura sacudirlas para que tomen conciencia de que corren malos tiempos para la libertad. Defender el laicismo frente a la emergencia y belicosidad de los fundamentalismos religiosos violentos ya no es sólo una opción recomendable. Es una urgencia: lo que está en juego es el porvenir de nuestros hijos.
Comentarios
En la duda esta la respuesta.
"El catolicismo, en cambio, ya no puede ser hoy un fundamentalismo revolucionario. Lo fue, y de qué manera, en tiempos de Felipe II con la Liga Santa. Pero con el tiempo, y con la separación entre Iglesia y Estado que se consiguió gracias a la influencia de la Ilustración, es inconcebible que pretenda imponer su verdad de manera totalitaria."
"Lo que ha ocurrido en el mundo árabe-musulmán es que se ha revelado incapaz de conquistar la modernidad" "[en el Islam] han decidido convertir su religión en ideología de combate. No hay margen para otras cuestiones, la religión se convierte en el único referente, y no hay diálogo posible".
Ves, puedes dormir tranquilo, ateo. El enemigo no es el catolicismo sino El Islam. Por lo menos eso asegura tu artículo.
Lúcido.