El incremento de osos en la cordillera cantábrica y su cada vez menos miedo al ser humano aumentan el anecdotario de encuentros entre osos y humanos. La acécdota más curiosa es la de un oso que olió a distancia el bocadillo de un palista en una mina. El manjar estaba dentro de la pala, y al oso no se le ocurrió mejor cosa que auparse a la máquina para hacerse con su botín. Una vez instalado en la pala, debió pensar que se estaba muy cómodo y decidió comerse el bocadillo del trabajador allí mismo, sentado a los mandos de la máquina.
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Me tengo que autorelacionar
Los osos viven más tranquilos pero siguen vagando esquivos al hombre
Los osos viven más tranquilos pero siguen vagando ...
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