No acostumbro a aceptar los panfletos publicitarios que regalan por la calle. Mi perfil no es, aún, el de alguien que esté planteándose tomar sesiones de acupuntura o el de un potencial comprador de oro. Sin embargo aquella mañana me encontraba en Nueva York y podría decirse que en aquel momento cualquier cosa era digna de ser considerada un souvenir. Quizás fue el hecho de que además de cogerle el papel, se lo agradecí.Quizás la lentitud de mis pasos le dio confianza. O quizás simplemente era así con todo el mundo. El caso es que aquel hombre
Comentarios
Bonito reportaje del mundo real, y al mismo tiempo tan irreal.