En las contiendas políticas, refriegas ideológicas; o no tanto, se quedan por el camino cadáveres sin nombre, casi anónimos, de cuya desaparición nadie da cuenta. Son efectos colaterales de la munición amiga, tachones rápidos que tampoco interesa que salga mucho a la luz por conservar la estética o, incluso, una vez amortizado su trabajo como peón de brega, casi se busca nuevos candidatos que vengan de refresco.