A la mayoría de la gente, un coche fúnebre le produce escalofríos y un mal estar generalizado. Cuando ven uno por la calle o la carretera, miran para otro lado de forma nerviosa. A otros, sin embargo les da igual. Sin llegar a los extremos de los clubs de coches fúnebres que pueda haber en Estados Unidos o Alemania, a más de uno se nos ha pasado por la cabeza alguna vez comprar un coche fúnebre, tirado de precio, para hacer alguna transformación