Tenía que pasar. La OCU desvirgó el jueves a nuestro queridísimo aceite de oliva. Mejor dicho, desvirgó la inocencia de creer que todo lo que se vende en los supermercados españoles como aceite de oliva virgen extra lo es. El fraude era un runrún que corría en el mundillo gastronómico desde hace mucho tiempo. Pero ahora encuentra por fin un estudio independiente en el que basarse.
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