Una leyenda negra afirma que los perceptores de rentas mínimas de inserción o subsidios por desempleo prolongan indebidamente la situación para vivir a costa del presupuesto público sin dar un palo al agua. Esto podría ser cierto en el caso minoritario de personas que tuvieran una clarísima vocación de pobres, ya que la cuantía de este tipo de rentas se establece en niveles lo suficientemente bajos como para desanimar a la gente integrada en el sistema a vivir de ellas.
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