El 13 de febrero de 1300 se estableció que todo banquero que se declarara en bancarrota sería humillado por toda Barcelona por un voceador público y forzado a vivir en una estricta dieta de pan y agua hasta que devolviese a sus acreedores el total de sus depósitos. El 16 de mayo de 1301 se decidió que los banqueros estarían obligados a obtener fianzas y garantías de terceros para poder operar. A los que no lo hicieran no se les permitiría extender un mantel bajo sus cuentas de trabajo. Naturalmente, nada de todo esto arredró a los banqueros...
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