Me he hecho amigo de un irlandés que se llama Harry. Harry lleva dos años viviendo en la costa granadina y hace todo lo posible por aprender español. Entra a trapo en casi todas las conversaciones en las que le dejan intervenir y dice que lo lleva bien, pero que le cuesta mucho entendernos a los granadinos: bien porque nos comemos la mitad de las palabras o bien porque utilizamos la palabra 'polla' en multitud de expresiones que él no llega a entender.
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