"Sólo un monstruo puede haber hecho esto". Así de rotundo fue el juez Henry Wingate cuando leyó la sentencia contra James Seale, uno de los últimos miembros vivos del Ku Klux Klan (KKK), que ha sido condenado a tres cadenas perpetuas por el secuestro y conspiración en el asesinato en mayo de 1964 de dos jóvenes de raza negra en Meadville, junto al río Misisipi. Docenas de negros fueron asesinados entre los años 1950 y 1960, víctimas de la segregación racial en Estados Unidos.
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