En los setentas, Kurokawa Kisho, un arquitecto japonés que se “imaginó” cómo sería el futuro de su país, decidió crear este edificio en Tokio, llamado Nakagin, que tiene “cápsulas” para vivir. Tiene 14 pisos y 140 cápsulas individuales (algunas creadas para que la gente viva allí y otras como oficinas). El edificio fue creado bajo un movimiento llamado Metabolismo, que basaba sus revolucionarias ideas en crear un nuevo sistema enfocado al crecimiento y la adaptabilidad. Lamentablemente nadie puede habitar en ella por problemas de seguridad.
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