La mayoría han ingresado en prisión por tráfico de drogas y extorsión, aunque también hay casos de violencia doméstica y robos. La integridad física de estos presos tan especiales es primordial. En la cárcel de Sevilla, por ejemplo, los corruptos recogen sus comidas directamente de la cocina porque se había detectado que el resto de reclusos escupían en sus platos. Los corruptos suponen sólo un 0,1% de los 144.000 policías y guardias civiles que hay.
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