El 13 de abril de 1958 se disputaba el GP de Syracuse (Sicilia), prueba no puntuable para el Mundial, y Maria-Teresa de Fillipis terminó quinta. Su actuación no pasó inadvertida y le dio una oportunidad ni siquiera valorada para una mujer hasta entonces: poder disputar una carrera del calendario oficial de la F-1. Fue en Spa (Bélgica) menos de dos meses después y la brava italiana acabó décima.
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