La obstinación de la jerarquía eclesiástica en la defensa de la sinrazón convierte un sectario y anticientífico comentario de Benedicto XVI en una campaña que, sin duda, incurre en un delito contra la salud pública. Si la primera obligación de todo gobierno es procurar el bienestar a sus ciudadanos, deberemos asumir que por encima de esa encomienda está la de garantizar su vida, la de luchar contra todo aquello que amenace la supervivencia de la población.
|
etiquetas: preservativo , iglesia , sida , el gran wyoming