(c&p) Se dejaba de creer en Dios (o en los dioses), pero se creía en los hombres: Perico podía subir el Tourmalet y realizar un descenso vertiginoso. Entonces llegó el cisma, la reforma, la crítica. Llegó la racionalidad y el desencantanmiento del mundo. Es lo que tiene la ciencia: desentraña los misterios que toca. Congela las creencias hasta precipitar su contenido y someterlo a pruebas insuperables. Entonces apareció la conciencia y supimos que los dioses no eran tales: que existen néctares secretos capaces de multiplicar su rendimiento...
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