Antes incluso de que pudiese suponer un problema real, el Senado de EEUU ha aprobado una norma que impedirá a las compañías discriminar a sus empleados en función de sus características genéticas. Ni los empresarios, ni las aseguradoras podrán utilizar los tests genéticos de un individuo para despedirle, contratarle, bajarle de categoría o cobrarle más por un seguro de salud.
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