Desde el pasado miércoles, una pequeña y discreta cruz de madera en el cementerio de Ciriego de Santander, con las iniciales TRF, señala la tumba de Tomás Ruiz Fernández, Tomasín, un sanguinario delincuente, carente de empatía por el sufrimiento ajeno, que vivió más de la mitad de sus 55 años entre rejas. Dejó tras de sí tanto dolor que faltan dedos en las manos para contar a quienes tenían motivos para matarle. ¿Una venganza?
|
etiquetas: historia , criminal