TEODORO W. Adorno era el gato de Cortázar, aunque esto no es correcto, porque los gatos no son de nadie. Como mucho, te conceden que les des de comer, que los tengas en casa y que les rasques, si a ellos les apetece. El mismo Cortázar describe cuidadosamente el proceso en su cuento "La entrada en religión de Teodoro W. Adorno."
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