Bajo condiciones de internamiento mucho más duras que las existentes en Guantánamo, el centro de detención afgano de Bagram, se ha mantenido hasta ahora completamente fuera del alcance de la prensa y de la supervisión de grupos de derechos humanos pese a la muertes de varios internos. Tras la decisión de Obama de cerrar las prisiones y el dilema de tener que decidir el destino de 600 prisioneros talibanes retenidos desde el 2002, el doble que en Guantánamo, sin acceso a asistencia letrada ni juicio previsto.
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