Cada día cobra más presencia un movimiento que promueve el retorno a la dieta paleolítica: volver a comer los alimentos que consumían nuestros ancestros hace más de 15.000 años, cuando los primeros brotes verdes de trigo domesticado empezaban a crecer en el Creciente Fértil. El motivo de este aparente anacronismo es que “nuestro genoma es idéntico al de nuestros antecesores paleolíticos de hace 200.000 años, por lo que nuestros genes están más adaptados a la alimentación de nuestros ancestros”, dice el doctor José Enrique Campillo
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