El proceso es sencillo: el cliente toma su cámara, retrata de la mejor manera posible aquello que necesita para su campaña publicitaria y luego James procede a hacer lo mismo. Los resultados, claramente, tienen diferencias abrumadoras y muestran que contratar a alguien que sepa, vale la pena. Claro que no está en la mente de James ridiculizar a sus clientes, sino en mostrarles visualmente cómo una simple fotografía puede ser un mundo de diferencia cuando se aplica el conocimiento.
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