Grecia está sufriendo un desastre económico por aplicar las políticas que impusieron la UE, el FMI y el BCE, en las que Grecia no debería haber confiado porque no representan el interés general de la gente corriente. Las consecuencias sociales de estas políticas han sido catastróficas: desempleo, vuelta de la ciudad al campo y al trueque, falta de atención sanitaria, desintegración de las escuelas y los medios de transporte. Sólo dejando el euro, que no será tan terrible, se podrá salvar Grecia.
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