Todavía si sirviera para algo, un esfuerzo de este calibre estaría justificado ante la gravedad de la situación actual. Pero servidor se une a las voces de los que piensan que se trata de una medida precipitada que el tiempo probará, de nuevo, inefectiva. Básicamente porque vuelve a perder el foco de donde realmente se encuentra el meollo de la crisis actual que es, precisamente, en la sobreabundancia de crédito consecuencia, precisamente también, de la laxa política monetaria de principios de este siglo. La trampa de liquidez está servida.
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