El mago esquivó los primeros ataques y acto seguido abrió el libro y lo lanzó contra el ejército, que rodó por el suelo, con gran estruendo, rey incluído ante tan horrenda visión. Incluso los guerreros ciegos se sobrecogieron ante el libro y enterraron su cabeza en el suelo con un chillido.
Comentarios
Digo yo, ¿no es más fácil hacer que los contadores se reseteen automáticamente cada año?