En España, sobre todo en las grandes ciudades, es muy frecuente cambiar el horario de trabajo durante el verano. Se trabaja en jornada continua, se entra a las siete o las ocho y se trabaja hasta las dos o las tres. Esto es una reminiscencia de los tiempos en que no existía el aire acondicionado y era casi imposible trabajar a determinadas temperaturas y horas. Hoy en día es innecesario, pero gracias a Dios se conserva la costumbre.
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