La nostalgia por el viejo marco. Los traumas del pasado. La disciplina, el rigor, la estabilidad, el culto por la austeridad, el fetichismo del déficit. Hay un buen puñado de razones para explicar el golpe de mano de Alemania, un severo recorte del gasto público en plena crisis fiscal, en pleno marasmo de dudas sobre el futuro del euro. Todas esas razones se resumen en una: la ortodoxia. La constitución germana prohíbe el déficit público en un país que tiene presente que los alemanes perdieron todos sus ahorros dos veces en el ultimo siglo.
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