Tras aparcar "unos segundos" para sacar dinero, y cuando estaban a punto de arrancar para marcharse, un agente metió las manos por la ventanilla, quitó las llaves del contacto y las tiró al suelo. Después, el agente sacó a uno de ellos del pecho y lo tiró al suelo, para luego "colocarle una barra de hierro en las piernas, arrojarlo sobre el capó del coche policial, oprimirle fuertemente el cuello, retorcerle el brazo sobre el omóplato y esposarlo por la espalda y manteniéndolo con los brazos levantados" pese al gesto de dolor.
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