Francisco Camps, presidente de la Generalitat Valenciana, no tuvo ayer escrúpulo alguno -a la hora de defenderse de una acción judicial que, evidentemente, le perjudica- en proyectar la sombra de la sospecha sobre la democracia española. Este petimetre de la política, que llegó a presidente de la Comunidad Valenciana con el aval de Carlos Fabra –¡dime con quién vas y te diré quién eres!-, confundió deliberadamente su legítima defensa con un alegato contra el Estado de Derecho.
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