Son personas de todos los estamentos sociales. Mujeres, niños, adolescentes, estudiantes de medicina o activistas de derechos humanos, camareros o farmacéuticos, también hay una gran mayoría de parados. Se han echado a la calle para pedir que les devuelvan su país. No tienen un perfil determinado y el Gobierno no es capaz de encasillarles. En las calles se ayudan sin tener en cuenta si son musulmanes o cristianos. Testimonios en primera persona de algunos (y algunas!) de sus protagonistas.
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