Hace 15 años | Por --57970-- a lavanguardia.es
Publicado hace 15 años por --57970-- a lavanguardia.es

Una comunidad de Carmelitas Descalzas ha pedido desesperadamente ayuda para vender su antigua residencia, un monasterio del siglo XVII en Medina de Rioseco, a fin de obtener fondos para evitar el embargo del convento en el que ahora viven en Valladolid. Las dieciocho religiosas cerraron en junio de 2005 el antiguo convento de San José en Medina de Rioseco (Valladolid), del siglo XVII, debido a las deficientes condiciones de habitabilidad, con humedades y amenazas parciales de ruina a las que no podían hacer frente económicamente.

Comentarios

tocameroque

Esto es más habitual de lo que la gente cree, se han vendido muchísimas propiedades "propiedad" de congregaciones, no de la Iglesia en global. También se llegan a permutas de terrenos, rehabilitaciones con trueque de terrenos etc...
#1 Las congragaciones religiosas no tienen nada que ver con los lugares de culto de la iglesia, van por su cuenta, hasta donde les dejan, y esta es una forma de la que se financian: reciben herencias y las venden o permutan para obtener fondos...

D

La crisis afecta a todo dios

D

Si el banco no se fia ni de dios, tampoco se va a fiar de la virgen, que manda menos.

Coñas aparte, estas "listas" aparte de querer dar un pelotazo inmobiliario (el convento al que han ido costaba creo que unos 6 millones de euros) se llevaron por la cara unas cuantas obras de arte propiedad de la Diputación de Valladolid. En el pueblo (Medina de Rioseco) se montó una curiosa polémica.

Mas información: http://www.elmundo.es/elmundo/2009/03/30/castillayleon/1238436205.html

j

Soy de Medina de Rioseco, el pueblo donde residían estas carmelitas. La priora que escribe esta carta renunció a cualquier ayuda para la restauración del convento, a la construcción de un nuevo edificio en el recinto y a cualquier solución ofrecida por el pueblo, y se embarcó en una hipoteca de 5 millones de euros, ¡5 millones!, de un edificio en pleno centro de Valladolid, esperando sacar grandes beneficios por el otro.
Jugó a especular y le salió mal.
Por si fuera poco, rompió todo vínculo con el pueblo. A mi familia, amiga de algunas de las madres de toda la vida, la priora ni siquiera le permitió despedirse de ellas. Siempre se ponía ella al teléfono y nunca contestaron a nuestras cartas. La historia, desde luego, no es tan sencilla como la cuenta.