El popular sistema público de alquiler de bicicletas de la capital de Francia está en serio peligro. Más de la mitad de la flota de 15 000 bicicletas ha desaparecido o han sido destruidas. Unas, robadas. Otras, colgadas de farolas, o lanzadas al río Sena, o quemadas o despedazadas. Reponer cada bicicleta cuesta unos 400 €, lo que hace el servicio insostenible, según la empresa concesionaria.
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