Portada
mis comunidades
otras secciones
Cuatro millones de dólares derramados de golpe en un pueblo de 6.000 habitantes con una renta per cápita de unos 600 dólares ha disparado los precios en Harardhere, el pueblo de los secuestradores del Alakrana.Las prostitutas valen ahora más que en Madrid.
Los datos son apabullantes. Se calcula que en 2050, EEUU habrá pasado de 44 millones de hispanohablantes a 132 millones. Las últimas elecciones en Estados Unidos han puesto de relieve la importancia que la comunidad latina ha conseguido, como principal minoría del país. Los candidatos republicanos y demócratas parecen haber interiorizado que el español es uno de los idiomas oficiales de los procesos electorales.
Por JORGE ALCALDE, director de QUO. Esa es la tesis de la última megaproducción de cine catastrófico estadounidense. Y, como sucede con todos estos estrenos, la maquinaria de marketing ya ha puesto en marcha la consabida polémica sobre el rigor científico del filme. Pero, al contrario de lo que hacen otros respetados colegas divulgadores (que andan montando en cólera por las barbaridades que arroja la cinta), miren por dónde, a mí estas cosas me gustan. Porque, detrás del disparatado guión, hay una bellísima historia científica que contar.
Cuatro millones de dólares derramados de golpe en un pueblo de 6.000 habitantes con una renta per cápita de unos 600 dólares ha disparado los precios en Harardhere, el pueblo de los secuestradores del Alakrana.Las prostitutas valen ahora más que en Madrid.
Los datos son apabullantes. Se calcula que en 2050, EEUU habrá pasado de 44 millones de hispanohablantes a 132 millones. Las últimas elecciones en Estados Unidos han puesto de relieve la importancia que la comunidad latina ha conseguido, como principal minoría del país. Los candidatos republicanos y demócratas parecen haber interiorizado que el español es uno de los idiomas oficiales de los procesos electorales.
Por JORGE ALCALDE, director de QUO. Esa es la tesis de la última megaproducción de cine catastrófico estadounidense. Y, como sucede con todos estos estrenos, la maquinaria de marketing ya ha puesto en marcha la consabida polémica sobre el rigor científico del filme. Pero, al contrario de lo que hacen otros respetados colegas divulgadores (que andan montando en cólera por las barbaridades que arroja la cinta), miren por dónde, a mí estas cosas me gustan. Porque, detrás del disparatado guión, hay una bellísima historia científica que contar.