Muchos de los que se quejan de este alcalde irán a votar el 9 de marzo para elegir -eso piensan- a un político de igual catadura moral. De nada valen lamentos si después legitimamos a esa casta de privilegiados con nuestro voto. Ni siquiera el voto en blanco es decente, pues un índice de participación alto satisface a toda la clase política porque demuestra que su "invento" funciona: toda la ciudadanía comprometida. ¿Cuándo actuaremos de una vez como personas libres y dignas y dejaremos de ver en la abstención una irresponsabilidad?
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Las verdades suenan así de claras y pueden hacer mucho daño a la complacencia general de esta sociedad embobada y convencida de que "debe" ir a votar porque es su responsabilidad. Si, además, con el mismo gesto de introducir una papeleta en una urna se acaba con ETA, jornada redonda para el pobre votante. Hasta ahí llega la estupidez. Quien vaya a votar con ese convencimiento no se respeta ni a él mismo. Si queda algo de lucidez en este país, absténganse de seguir sosteniendo esta farsa infame. Sólo así podrá haber algún día en España democracia.