Me acordé de este articulo cuando lei este: Pérez Reverte: "Idiomas, exilios y cócteles molotov"
y de hecho me acuerdo del articulo cada vez que viene un chaval joven (u hombres mayores, que hay de todo ya) sea de la nacionalidad que sea a entregarme un curriculum en el mostrador. Entonces, cuando me preguntan "¿te puedo entregar un curriculum?" yo tan solo puedo medio componer una sonrisa y decirles "de acuerdo, pero no están buscando a nadie" Duele mucho ver la cara de la otra persona en ese momento; ves cómo se hace añicos una pequeña parte de él, de su moral, de sus sueños y aparece en su rostro el semblante de la derrota, aunque sea fugazmente; pues los hay que reconstruyen su máscara rápidamente y me dicen "da igual, por si acaso". Otros cogen el curriculum casi con culpabilidad y tratándo de esconder la vergüenza y la tristeza me dicen "me lo llevo, que me quedan pocos".Cuando llevo unos cuantos curriculums acumulados durante el día hay veces que no puedo soportarlo más y cuando me dicen si pueden dejar los curriculums les digo "si, claro" omitiendo que no buscan ni buscarán a nadie. Prefiero verlos marchar con un destello de esperanza (aunque sea falsa y vana) en los ojos a ver esa expresión de tristeza y derrota; aunque despues me sienta yo mal por haberles dado falsas esperanzas.
Pobre mujer