La gracia del asunto es que, en realidad, ninguna hipoteca concreta pertenece a ningún banco alemán ni del reto del planeta, por el cual están repartidas. Con un número determinado de hipotecas (por ejemplo, 30.000) se ha hecho un paquete y se ha vendido en trocitos por todo el mundo. Los compradores de esos trocitos no adquieren ninguna hipoteca en concreto, sino un porcentaje del paquete total. Por eso, cuando una hipoteca deja de pagarse no existe manera de encontrar al acreedor concreto porque, literalmente, no existe. Este es un problema en el que los bancos, en su juego de estafa masiva, se han metido solitos. Tal y como afirma el autor de esta investigación, Josep Novoa, bendecido por Elipiidio Silva, la solución jurídica del problema no existe. La solución es política. Ese es el interés y esa es la esperanza.
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La gracia del asunto es que, en realidad, ninguna hipoteca concreta pertenece a ningún banco alemán ni del reto del planeta, por el cual están repartidas. Con un número determinado de hipotecas (por ejemplo, 30.000) se ha hecho un paquete y se ha vendido en trocitos por todo el mundo. Los compradores de esos trocitos no adquieren ninguna hipoteca en concreto, sino un porcentaje del paquete total. Por eso, cuando una hipoteca deja de pagarse no existe manera de encontrar al acreedor concreto porque, literalmente, no existe. Este es un problema en el que los bancos, en su juego de estafa masiva, se han metido solitos. Tal y como afirma el autor de esta investigación, Josep Novoa, bendecido por Elipiidio Silva, la solución jurídica del problema no existe. La solución es política. Ese es el interés y esa es la esperanza.