99 comentarios, y gran parte demuestran que es imposible fortalecer la democracia sin ciudadanos dispuestos no sólo a aceptar la discrepancia sinó sobretodo a enriquecerse a partir de ella. El maniqueísmo, el "buenos y malos", la ausencia de una tradición democrática en España, los rencores y la irresponsabilidad de quienes son voces públicas (sean políticos, entidades o personajes varios) lleva a España al penoso clima de enfrentamiento constante, cada vez que ocurre algo que suscita discrepancias. Hasta el día en que la discrepancia enriquezca en vez de desunir, España seguirá siendo el país que es. A algunos les bastará con que siga siendo lo que es, pero no a todos, al menos si mi opinión cuenta.
Portada
mis comunidades
otras secciones
La historia de España no empezó con la Guerra Civil en 1936. A nadie documentado le pasa por alto que este país está instalado en la división, el rencor, el odio, la envidia y el acoso y derribo del "enemigo". Mientras, a lo largo de los siglos, algunos países vecinos, con mayor o menor acierto, y lógicamente también con sus disputas internas, se han dedicado a progresar, a adaptarse a los nuevos tiempos, a unir fuerzas (CE), a crecer como países, a integrar, a darse la mano. Francia y Alemania se la han dado, apenas pasados cuatro décadas del nazismo (que ocupó Francia). Sin embargo, en España el odio latente por la Guerra Civil persiste, y el país se va debilitando cada vez más por las disputas internas. Y para colmo, la ETA añadiendo dolor y resentimiento. España es un país destrozado por sí mismo.