Hay algunas monedas sociales en las que se han implicado autoridades regionales. Es cuestión de dar los primeros pasos y demostrar el valor de estas iniciativas. Poco a poco empiezan a tener un reconocimiento.
El ECO destinará un 5% a causas sociales y medioambientales y trasvasará a los usuarios de la moneda social un 20% que de otra forma desaparecería en circuitos especulativos y plusvalías de grandes grupos.
El Instituto Wuppertal para Estudios del Clima, del Medio Ambiente y de la Energía informa este año en su estudio “Una Alemania sostenible en un mundo globalizado”: "La introducción de una moneda social puede aumentar la cooperación entre oferentes y clientes, se estimulan ciclos económicos regionales que benefician, sobre todo, a pequeñas y medianas empresas. En la región bávara de Rosenheim, en el año 2007, la moneda Chiemgauer generó una facturación de más de 2 millones de euros. El fortalecimiento de las relaciones económicas locales trae muchas ventajas: fomentan la independencia económica, la transparencia y tienen efectos positivos en la generación de ingreso y empleo. En el ámbito cultural ayudan a mejorar las relaciones sociales y fortalecen la autoestima y la identidad."
Sería muy bueno extender la iniciativa a lugares donde haya gente con ganas de concretarla.
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La moneda social evita que el dinero se disperse en circuitos especulativos porque no tiene interés y muchos otros costes del dinero convencional que sobrecargan los precios finales entre un 35-50%.
Entonces lo que normalmente se esfumaría de la economía productiva, la moneda social se lo devuelve a la gente: en el caso del ECO en concreto un 5% para causas sociales y medioambientales y un 20% para los usuarios o clientes.
Por cierto, la moneda social más importante de Europa en este momento utiliza incluso una tarjeta inteligente para los pagos y movió 4 millones de euros en 2008, en su sexto año de vida.