Esperanza Aguirre resiste encerrada en su humilde palacete de Malasaña, atrincherada con unos cuantos víveres que le sobraron de la Nochebuena, armada de langostinos y polvorones, un chaleco antibalas a base de turrón duro y mazapanes de repetición. Igual que aquel día en que la persiguieron Gran Vía arriba y abajo sólo por ejercer su derecho a joder el tráfico aparcando en el carril-bus. Ahora sufre la mala suerte de que su coche, el de su hijo, el de su mayordomo y el de la criada, todos tienen número par.
Comentarios
Soy Esperanza Aguirre, tengo matrícula par y estoy encerrada. No nos queda comida, no sabemos cuánto más podremos aguantar.
#1 Los rojos-volcheviques-comeniños han tomado la Gran Via y la M30.. no podemos salir... tambores, tambores, ya vienen..
Para los que no sois de Madrid, desde la calle Jesús del Valle, donde tiene su residencia la duquesa consorte de Bornos hasta la casa de Correos en Cibeles, donde tiene su puesto de trabajo, hay 20 minutos... andando!!!
#4 andar es de rojos
Pobrecita. Da lastima una mujer con tal problema mental que le impida buscar una solucion con los recursos de los que dispone.