"Lo importante no es mantenerse vivo sino mantenerse humano".
Atribuida a George Orwell
"Él puede parecer un idiota y actuar como un idiota. Pero no se deje engañar: es realmente un idiota".
Groucho Marx
El hombre que se miente a sí mismo y escucha su propia mentira llega a un punto en que no puede distinguir la verdad dentro de él y por tanto pierde todo respeto por sí mismo y por los demás.
Fiodor Dostoievski
“Son demasiadas las personas que se sienten infelices y que no toman la iniciativa de cambiar su situación porque se las ha condicionado para que acepten una vida basada en la estabilidad, las convenciones y el conformismo.”
Jon Krakauer, “Hacia rutas salvajes” (1996)
El hombre más peligroso para cualquier gobierno, es el hombre que tiene la habilidad de pensar las cosas por sí mismo, sin que le importen las supersticiones o tabúes.
Henry-Louis Mencken
Un día, un hombre fue a la joyería y dijo al joyero: -Quisiera pesar este oro. Préstame tu balanza. El joyero respondió: -¡Lo siento de veras, pero no tengo pala! -¡No, no! -dijo el hombre-, ¡yo te pido tu balanza! El joyero le dijo: -¡No hay escoba en este almacén! -¿Estás sordo? -dijo el hombre- ¡Te pido una balanza! El joyero nuevamente respondió:
-He oído muy bien. No estoy sordo. No creo que mis palabras estén desprovistas de sentido. Veo bien que careces de experiencia y que, al pesar tu oro, vas a dejar caer algunas partículas al suelo. Entonces me dirás:
"¿Puedes prestarme una escoba para que pueda recuperar mi oro?"
¡Y cuando lo hayas barrido, me preguntarás si tengo una pala! Yo veo el fin desde el principio. ¡Recurre a algún otro!"
Cuento sufí.
Yalāl ad-Dīn Muhammad Rūmī - Mathnawi”
Con 16 años casi muero. Con 18 casi muero, con 19 casi muero y con 23 casi muero otra vez.
Cuatro siniestros totales en mi vida (en todos me chocaron).
Son experiencias que te marcan para toda la vida. Pero en una de ellas tuve una experiencia cercana a la muerte. Te cuento.
Un accidente de coche en Italia y una transfusión de 3 litros de sangre de un grupo distinto al mío hacen que casi la palme.
Yo diría que por un momento la palmé, porque me vi a mí mismo sobre la camilla, y a mi padre y a mi hermana a mi lado llorando.
Me provocaron una anemia brutal que casi me manda a las puertas del cielo (¿me acogerán allí?).
No sé si alguna vez alguien te ha contado una experiencia cercana a la muerte, o si la has sufrido en tus carnes, pero se te quitan las tonterías de golpe.
Dicen que aprendemos a base de h*stias, y doy fe de que es verdad, porque cuando te enfrentas a la incertidumbre de vivir o morir no te queda otra que confiar.
Por eso el mensaje que te quiero mandar hoy es este:
No existe nada que no tenga solución (excepto ya sabes el qué), así que no te amargues y disfruta del camino, que para eso hemos venido.
BeLiquid, my friend.
P.D: si te da miedo subir conmigo en un coche no me lo tomaré a mal ;-)
Necesito verte, pero no te veo.
Necesito escucharte, pero no te escucho.
Necesito tocarte, pero no te toco.
Necesito pensarte...¡y es lo único que hago!
Alicia: ¿Cuánto tiempo es para siempre?
Conejo blanco: A veces solo un segundo.
Lewis Carroll - Alicia en el País de las Maravillas (1865)
La astucia es el oscuro santuario de la incapacidad.
(Felipe Stanhope de Chesterfield)
Muy cerca de cierto bosque crecían, casi juntos, un abeto y un espino en perfecta armonía.
Un buen día, rompieron las paces y discutieron como declarados enemigos.
El abeto, en tono despectivo, dijo al espino:
—Mírame, que esbelto, frondoso y alto soy. Con mi madera se techan hermosos templos y se construyen grandes barcos. ¿Cómo, pues, infeliz, pretendes compararte conmigo?
El espino no se acobardó frente a tan repentina provocación y, usando de mucha prudencia, le respondió:
—Amigo, si pensaras en el hacha y la sierra que cercenan y destrozan tus entrañas, sé que desearías tener la estrella del espino.
Fábula de Esopo
Moraleja:
El soberbio perece,
y el humilde permanece.
“Todos somos iguales, dijo un banquero a otro”.
Atribuida a Pablo Castellano Cardalliaguet
“La derecha tiene razón cuando se identifica a sí misma con la tranquilidad y el orden: es el orden, en efecto, de la cotidiana humillación de las mayorías, pero orden al fin, la tranquilidad de que la injusticia siga siendo injusta y el hambre, hambrienta.”
Eduardo Galeano, Las venas abiertas de américa latina (1971)
En nombre de qué, de quién, podemos asumir el deber de amar al prójimo si es abominable? ¿Qué se puede alegar para convencer a la víctima de amar a su verdugo? ¿Que es una criatura de Dios, como yo, y las vías del Señor que lo conducen a hacer el mal son inescrutables? Eso vale para los que se consagran a las pamplinas cristianas, pero, ¿y para los demás, los que viven inmunes a esas fábulas? ¿Qué extraña perversión podría, pues, conducir a este mandato inaudito: amar al autor del suplicio que nos destruye? Auschwitz muestra los límites de esta ética: interesante en el papel, pero inútil para la vida.“
Michel Onfray
“Como la mayoría de los primeros entusiastas, siempre pensé que la forma en que Internet fomentaba la multitarea, hacía que los usuarios fueran menos vulnerables a la manipulación, al tiempo que explotaban aún más la capacidad de nuestro cerebro que antes. Aparentemente, no”.
Douglas Rushkoff
Había una vez seis hindúes ciegos de saber que quisieron conocer qué era un elefante. Como no podían ver, quisieron averiguarlo a través del tacto.
El primero en indagar, llegó junto al elefante y se chocó con su duro lomo y dijo: “Es duro y liso como una pared”.
El segundo, tocó el colmillo, y gritó: “Ya veo, el elefante es tan agudo como una lanza”.
El tercer hombre tocó la trompa y dijo: “Ya sé, el elefante es como una serpiente”.
El cuarto tocó su rodilla y dijo: “Veo que el elefante es como un árbol”.
El quinto sabio se acercó a la oreja y dijo: “El elefante es como un abanico”.
Finalmente, el sexto tocó la cola del animal y dijo: “está claro que el elefante es como una soga”.
Así es como los sabios comenzaron a discutir y pelearse por ver quién estaba en lo cierto. Cada uno con su propia opinión, y todos tenían parte de razón, pero solo conocían un fragmento de la realidad.
Cuento atribuido a un sufí persa del siglo XIII conocido como Rumi
(Reflexionar acerca de la incapacidad de los seres humanos para comprender todos los planos de la realidad y una enseñanza acerca de la riqueza que supone tener diferentes perspectivas sobre un mismo asunto.)
Un lobo denunciaba a una zorra con la acusación de robo; ésta decía que no tenía nada que ver con el asunto. Entonces el simio se sentó entre ellos en calidad de juez. Después de que uno y otro expusieran su causa, se dice que el simio pronunció esta sentencia: «Tú no pareces haber perdido lo que pides; en cuanto a ti, creo que has robado lo que alegremente niegas»
Esopo
“Pido pues a mi orgullo que siempre vaya del brazo con mi cordura. Y cuando me abandone mi cordura, pues le gusta alzar el vuelo, que mi orgullo vuele siquiera del brazo con mi locura”.
Friedrich Nietzsche

Men are afraid that women will laugh at them. Women are afraid that men will kill them.
Hace muchos años, cuando trabajaba como voluntario en un hospital, conocí a una niñita llamada Liz, que sufría de una extraña enfermedad.
Su única oportunidad de recuperarse era una transfusión de sangre de su hermano de 5 años, quien había sobrevivido a la misma enfermedad y había desarrollado los anticuerpos necesarios para combatirla.
El doctor explicó la situación al hermano de la niña, y le preguntó si estaría dispuesto a darle su sangre.
Yo lo vi dudar por un momento antes de tomar un gran suspiro y decir:
“Sí, lo haré si eso salva a Liz”.
Mientras la transfusión se hacía, él estaba acostado en una cama al lado de la de su hermana, muy sonriente, mientras nosotros los asistíamos y veíamos regresar el color a las mejillas de la niña.
De pronto, el pequeño se puso pálido y su sonrisa desapareció. Miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa:
“¿A qué hora empezaré a morir?”
No había comprendido al doctor: pensaba que tendría que darle toda su sangre a su hermana, y aun así había aceptado.
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Para saber quiénes son tus amigos, haz que te metan en la cárcel.
Charles Bukowski"No por mucho amanecer se madruga con más ganas"
Claudio Pafmantonio Alcarriano
William Butler Yeats
Andaban dos hombres perdidos por el desierto. Las horas pasaban y cada vez sentían más sed y más hambre.
De pronto, llegaron a una tapia muy alta. Tras ellas se podía escuchar con nitidez el sonido de una cascada y un arroyo. Y por encima de la pared asomaba alguna rama de un frondoso árbol frutal.
Uno de los dos hombres no se lo pensó y comenzó a trepar a toda velocidad y con mucha agilidad por la pared, hasta llegar a lo más alto y perderse más allá de la tapia.
El otro hombre, sin embargo, recogió uno de los frutos que habían caído de las ramas para tomar algo de alimento, dio media vuelta y se dispuso a buscar más personas perdidas en el desierto para indicarles el camino hacia aquel oasis.
Cuento zen sobre la solidaridad
menéame