“Para conocer la religión de una persona, no necesitamos escuchar su profesión o fe, sólo debemos descubrir su tipo de intolerancia”.
Eric Hoffer
Como Proust, sé un viejo adicto al té del tiempo.
"No es lo que te sucede, sino cómo reaccionas ante ello lo que importa".
Se encuentran dos ciudadanos rusos. Uno le dice al otro: “¿Sabes que todo lo que nos contaba el PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) era mentira?”. Y el amigo, melancólico, le contesta: “Lo peor no es eso. Lo peor es que lo que nos decía del capitalismo es verdad”.
“Es un error creer que la pasión, cuando es feliz, conduce al hombre a un estado de perfección; lo conduce, simplemente, al estado de olvido. En esta situación, el hombre se olvida de ser malo, pero se olvida también de ser bueno. El agradecimiento, el deber, los recuerdos, desaparecen.”
Víctor Hugo – Los miserables
Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido, sin brújula, sin luz a donde dirigirse.
¿Qué se hace con la vida? ¿Qué dirección se le da?
Si la vida fuera tan fuerte que le arrastrara a uno, el pensar sería una maravilla, algo como para el caminante detenerse y sentarse a la sombra de un árbol, algo como penetrar en un oasis de paz; pero la vida es estúpida, sin emociones, sin accidentes, al menos aquí, y creo que en todas partes, y el pensamiento se llena de terrores como compensación a la esterilidad emocional de la existencia.
— Estás perdido —murmuró Iturrioz—. Ese intelectualismo no te puede llevar a nada bueno.
— Me llevará a saber, a conocer. ¿Hay placer más grande que éste? La antigua filosofía nos daba la magnífica fachada de un palacio; detrás de aquella magnificencia no había salas espléndidas, ni lugares de delicias, sino mazmorras oscuras. Ése es el mérito sobresaliente de Kant; él vio que todas las maravillas descritas por los filósofos eran fantasías, espejismos; vio que las galerías magníficas no llevaban a ninguna parte.
— ¡Vaya un mérito! —murmuró Iturrioz.
— Enorme. Kant prueba que son indemostrables los dos postulados más trascendentales de las religiones y de los sistemas filosóficos: Dios y la libertad. Y lo terrible es que prueba que son indemostrables a pesar suyo.
— ¿Y qué?
— ¡Y qué! Las consecuencias son terribles; ya el universo no tiene comienzo en el tiempo ni límite en el espacio; todo está sometido al encadenamiento de causas y efectos; ya no hay causa primera; la idea de causa primera, como ha dicho Schopenhauer, es la idea de un trozo de madera hecho de hierro.
— A mí esto no me asombra.
— A mí sí. Me parece lo mismo que si viéramos un gigante que marchara al parecer con un fin y alguien descubriera que no tenía ojos. Después de Kant el mundo es ciego; ya no puede haber ni libertad ni justicia, sino fuerzas que obran por un principio de causalidad en los dominios del espacio y del tiempo. Y esto tan grave no es todo; hay además otra cosa que se desprende por primera vez claramente de la filosofía de Kant, y es que el mundo no tiene realidad; es que ese espacio y ese tiempo y ese principio de causalidad no existen fuera de nosotros tal como nosotros los vemos, que pueden ser distintos, que pueden no existir…
— Bah. Eso es absurdo —murmuró Iturrioz—. Ingenioso si se quiere, pero nada más.
— No; no sólo no es absurdo, sino que es práctico.
Antes para mí era una gran pena considerar el infinito del espacio; creer el mundo inacabable me producía una gran impresión; pensar que al día siguiente de mi muerte el espacio y el tiempo seguirían existiendo me entristecía, y eso que consideraba que mi vida no es una cosa envidiable; pero cuando llegué a comprender que la idea del espacio y del tiempo son necesidades de nuestro espíritu, pero que no tienen realidad; cuando me convencí por Kant que el espacio y el tiempo no significan nada, por lo menos que la idea que tenemos de ellos puede no existir fuera de nosotros, me tranquilicé.
Para mí es un consuelo pensar que, así como nuestra retina produce los colores, nuestro cerebro produce las ideas de tiempo, de espacio y de causalidad.
Acabado nuestro cerebro, se acabó el mundo. Ya no sigue el tiempo, ya no sigue el espacio, ya no hay encadenamiento de causas.
Se acabó la comedia, pero definitivamente. Podemos suponer que un tiempo y un espacio sigan para los demás. ¿Pero eso qué importa si no es el nuestro, que es el único real?
— Bah, ¡Fantasías! ¡Fantasías! —dijo Iturrioz.
Pío Baroja - El árbol de la ciencia
“El odio es el agente unificador más accesible y completo. Los movimientos de masas pueden levantarse sin creer en un Dios, pero nunca sin creer en un demonio.“
Eric Hoffer

La dictadura del proletariado me parece una cosa muy soez.
Yo propongo la dictadura de la pequeña burguesía, funcionaria, culta y residente en un chalet.
Renaud Camus
Liu Bei no tenía mejores planes que proponer, y los dos se dirigieron directamente a Xuchang por caminos secundarios. Cuando lo poco que llevaban se agotó, entraron en una aldea a pedir. En todas partes, cuando la gente oía que Liu Bei de Yuzhou era el hombre que necesitaba ayuda, competían los unos con los otros por ofrecerles lo que necesitaban.
Un día buscaron refugio en una casa. De ella salió un joven que se inclinó en una reverencia. Le preguntaron el nombre y dijo que era Liu An, de una bien conocida familia de cazadores. Al escuchar quién era el visitante, el cazador quería ofrecerle un plato hecho con sus presas, pero aunque buscó por un largo tiempo, no podía encontrar nada que servir a la mesa. Así que Liu An entró en la casa, mató a su mujer y preparó un pedazo para sus invitados.
—¿Qué tipo de carne es? —preguntó Liu Bei mientras comían.
—Lobo —contestó Liu An.
Liu Bei le creyó y siguió comiendo. Al día siguiente, a la luz del día, justo cuando Liu Bei se iba a ir, fue a los establos en la parte de atrás para coger su caballo y, al pasar por la cocina, vio el cadáver de la mujer tendido sobre la mesa. La carne de uno de los brazos estaba cortada. Horrorizado, preguntó qué significaba todo aquello, y entonces supo lo que había cenado la noche anterior. Lamentaba tanto esa prueba de consideración por parte de su anfitrión que no podía contener las lágrimas mientras montaba su caballo en la puerta.
—Me gustaría poder ir con vosotros —dijo Liu An—. Pero como mi madre aún está viva, no puedo alejarme mucho de casa.
Liu Bei le dio las gracias y se fue. El grupo tomó el camino que pasaba por Liangcheng. No eran capaces de ver nada salvo una densa nube de polvo. Cuando estuvieron más cerca, se dieron cuenta de que era el ejército de Cao Cao y, con ellos, continuaron el viaje hasta su campamento principal. Allí se encontraron con el mismo Cao Cao. Este lloró con la triste historia de la angustia de Liu Bei, la pérdida de la ciudad, sus hermanos, esposas e hijos. Cuando Liu Bei le contó la historia del cazador que había sacrificado a su esposa para alimentarlos, Cao Cao envió al cazador una recompensa de cien taels de plata.
Luo Guanzhong (siglo XIV). El Romance de los Tres Reinos, libro 4º: Cao Cao y Lu Bu.
Antes sí que se respetaban las buenas costumbres de la hospitalidad. Ahora te sacan una cerveza y, con suerte, unas aceitunas o unas patatas fritas de bolsa...
Algunos dirán que la falaz belleza creada por la penumbra no es la belleza auténtica. No obstante, como decía antes, nosotros los orientales creamos belleza haciendo nacer sombras en lugares que en sí mismos son insignificantes.
Junichirô Tanizaki
"Somos parásitos. El resto de los animales del planeta coexisten con la naturaleza. Nosotros no, somos como la sarna. Diminutos ácaros que cubren la capa exterior de la tierra, excavando en ella, infectándola. Somos como la tenia."
Del libro “Vamos a morir todos” de Emily Austin
¡Oh sancta simplicitas!
¡En qué extraña simplificación y falsificación vive la humanidad!
¡Uno nunca puede dejar de maravillarse una vez que ha adquirido ojos para esta maravilla!
¡Cómo hemos hecho todo lo que nos rodea brillante y libre y fácil y sencillo!
¡Cómo hemos sabido otorgar a nuestros sentidos un pasaporte para todo lo superficial, a nuestros pensamientos un deseo divino para el juego desenfrenado y las falsas conclusiones!
¡Cómo hemos comprendido desde el principio cómo conservar nuestra ignorancia para gozar de una libertad casi inconcebible, de frivolidad, de impetuosidad, de valentía, de alegría de vivir, para gozar de la vida!
Friedrich Nietzsche
“Cumplir una fantasía es la forma más rápida de destruirla.” – Duane Michals
//
“To fulfil a fantasy is the quickest way to destroy it.” – Duane Michals
juan314.wordpress.com/2025/04/06/flores-flowers-by-duane-michals-1986/
"Aunque tuviera cien bocas y cien lenguas, y mi voz fuese de hierro, no podría enumerar todas las formas del crimen".
Virgilio
...Que aquellos que tanto criticaron la Ley de la Memoria Histórica no nos cuelen, de contrabado, su Ley de Amnesia Histórica...
Manuel Rivas
"Se pierde credibilidad cuando se pierde la objetividad."
(Algo habitual por aquí.)
Seguro que lo ha dicho alguien antes, pero no sé quien.
menéame