#106 En esos centros que cito sería razonable que se ofreciera orientación para aquellos casos en los que pueda ser una decisión circunstancial, se podrían establecer por ejemplo plazos razonables entre la solicitud inicial y la aplicación de la asistencia al suicidio.
Eso permitiría gestionar tanto el caso que pones de ejemplo como aquellos donde la decisión de morir es firme y reflexionada.
El modelo actual es dejar a su suerte a quienes quieren matarse, creando situaciones que pueden ser peligrosas para terceros (gente que se tira de un puente a la autopista, o de un edificio, o que provoca un accidente de tráfico con su vehículo), situaciones que pueden ser traumáticas para familiares (cortándose las venas en la bañera, ahorcándose, etc.) así como situaciones que tienen un impacto en la movilidad del resto de la sociedad (cortes en transportes públicos por que alguien se ha tirado delante de un tren o metro).
Agravado a lo anterior el terrible daño que produce a nivel familiar y entorno en aquellos intentos de suicidio que no son exitosos y la persona queda con secuelas graves por el intento, como pueda ser algún tipo de parálisis o en estado vegetativo.
No sé que te enseñaron a ti tus padres, pero te deberían haber enseñado que lo anterior son situaciones terribles a las que hay que proponer soluciones en vez de cerrar los ojos a esa realidad y desear que desaparezca por arte de magia.
#20 ¿Qué habrán hecho mal tus padres para que tengas esa forma de pensar?
Mira, querido sorrillo, si diesen opción a suicidarse, hace bastantes años, cuando tuve una crisis de ansiedad por razones personales, es posible que yo mismo hubiese pedido la muerte.
Gracias a que hubo gente que me enseñó la salida al final del túnel, pude superar aquel bache y hoy soy un feliz padre de familia y disfruto mucho de mi profesión, y de la vida.
Hoy, ya con cierta madurez, me doy cuenta de que todo el mundo pasa en algún momento de su vida un mal bache emocional, y lejos de promocionar el suicidio, debemos promocionar el apoyo social y la “visión con altura”: altura desde la cual se ven que los momentos malos acaban siendo NADA al lado de los momentos grandes de la vida y las cosas buenas que existen.