Decía mi vecino que Ciudadanos había nacido como muleta de los populares y que Podemos de los socialistas, porque los partidos cojos y ancianos necesitan sangre nueva para tapar la fosa de Franco y de paso, mantenerse en el poder, aunque el tufo, con el paso del tiempo, sigue saliendo, y como no se ha hecho limpieza de los poderes de antaño, pues seguirá ahí la podredumbre.
A mi vecino Segismundo, lo que más le cabrea de este escenario es el engaño. Las promesas electorales que en estos tiempos se toman como chistes malos. Ese SI, pero NO, reiterativo. Eso que llaman democracia, y que NO lo es. Y de pronto saltan chispas y se alarman los distintos gobiernos. ¿Acaso la juventud dispone de algún gobierno? Y de pronto se oye la melodía "chicos terroristas, sin estudios, violentos". Y Segismundo, al hablar, tira un escupitajo al suelo.
Y dice que caminamos como orugas cuyas guías han perdido el norte. Y ustedes preguntarán, ¿cual es el norte? Es simple. El norte es el que fija el planeta, medio ambiente en fase de máximo peligro. Es el que fija el ser humano, solidaridad, ante la crisis de valores. Pero el sistema neoliberal va como una apisonadora, arrasando cualquier resquicio de sentido común.
Segismundo se calla y mira de reojo, se da media vuelta. Teme que alguien le haya escuchado.
A tu vuelta retumba el eco del estribillo.
El niño cabrero en el prado, pies descalzos.
Y no engañaban las estrellas con su guiño
ni los harapos raídos en la celda,
y hoy el verso se enreda perdido
y al famélico infante le marcan
el sello de la delincuencia.
Llora por ser niño, llora por estar culpado.
Y el estrado -como siempre-
con una maza que repiquetea
hacia el mismo lado.
(Anónima)