#1 Yo empecé a hacerlo de niño.
Mi padre me llevaba al campo a trabajar y cuando el trabajo no era muy duro se me iba la cabeza viendo simplemente un avión pasar.
Me imaginaba a mí mismo protagonista de las historias que leía y que veía en la televisión. Las modificaba para adaptarla a mis gustos y preferencias.
Nunca he dejado de hacerlo porque siento un enorme placer al imaginar situaciones y lugares, pero no lo considero una evasión de la realidad porque yo soy consciente de donde estoy.
Si fuese escritor anotaría todo eso y lo usaría en mi producción literaria, pero como solo soy un simple chupatintas me limito a imaginar cuando no tengo otra cosa para distraerme o matar el tiempo.
Y también uso esa técnica para quedarme dormido. De la ensoñación al sueño propiamente dicho hay muy poco trecho.
P: ¿Qué es la ensoñación excesiva?
R:
A la capacidad creativa de fabricar mundos imaginarios lo llamamos fantasía y no son más que mecanismos de defensa ante la frustración, miedo, la decepción o el aburrimiento.
Son estrategias psicológicas automatizadas e inconscientes que preservan al organismo de lo inaceptable y pueden suponer la única manera de continuar hacia adelante y sobrevivir.
Ahora bien, cuando la fantasía se convierte en una adicción ,soñar despiertos, es la forma de escapar de la vida real por la propia insatisfacción personal. Uno se olvida del dolor, la tensión, lo malo de las situaciones reales y se reemplazan estas sensaciones por otras agradables, seguras, íntimas y relajantes.
Es un entretenimiento para el cerebro que estará listo para entrar en acción ante un estímulo externo y durante este proceso, bien estructurado, se va perdiendo el contacto con la realidad e incluso se llega a hablar solo, preguntándose y respondiéndose a uno mismo.
La falta de atención es notable. La fantasía se ha desbordado puesto que la "droga psicológica” se ha instalado cómodamente en el cerebro….(hasta que el susodicho se espabile de nuevo).