En 1995 un ahora afamado escritor no quiso firmar un autógrafo a una amiga mía, porque el libro que ella llevó a la firma no era el que promocionaba en ese momento.
Muchos años después ese autor se embarca en un proyecto y a través mío quiere comprar un dominio que, da la puta casualidad, es propiedad de mi amiga.
Por dos veces en 5 años ha preferido no vender el dominio como venganza por no haberle querido firmar un autógrafo como Dios manda hace 25 años.
Nunca sabes cuándo el karma se va a poner a tu lado.