Yo soy apóstata desde 2012, me costó dinero (sobres certificados, fotocopias compulsadas en el notario, etc.) y tiempo (tuve que ir a que me dieran la charlita contándome las terribles consecuencias de mi decisión).
Pero ay señores, cuando me dieron ese papel y notificaron a la parroquia para hacer la anotación, creo que fue uno de los días donde más en paz me he sentido conmigo mismo y mis principios.
Es algún tipo de reacción en cadena, la gente ve un comentario en gris e intenta hundirlo más sin leérselo siquiera. Cosas del Menéame.