En mi trabajo han entrado a montones, gente de Venezuela que tenía trabajos muy dignos y están aquí penando.
Sin embargo, mi mujer trata con venezolanas que nada más aterrizar se han comprado casas y pisos a tocateja, y me cuenta que son bastante clasistas; vamos, unas pijas malcriadas.
Ríe, y el mundo reirá contigo; llora, y llorarás solo.