#16 "La narrativa ya está escrita y es imborrable."
Ni mucho menos está dicha la última palabra. Y ni siquiera es una cuestión de hombres y mujeres, es una cuestión de sentido común.
Flaco favor hacemos si compramos la narrativa de "donde va ese viejo verde" sin plantearnos a donde va la zorra de la niñera, y no hace falta ser hombre para plantearse eso último.
El problema es que se está tratando de implantar una cierta agenda por intereses económicos, incluso incentivando conductas en las mujeres que en realidad son poco apropiadas para sus necesidades, además bajo ciertas tesis feministas. Ya se darán cuenta.
Lo que has de tener presente es el papel de la biología, es cierto que la sexualidad tienen una buena parte de construcción cultural, precisamente ésa es la parte que se está tratando de modificar, por ejemplo con la orientación sexual: ciertas agendas no quieren núcleos familiares, quieren individuos aislados y con relaciones de poco grado de compromiso porque resultan más vulnerables y por lo tanto más explotables. Y no quiere decir que las estructuras familiares no presenten sus propios problemas.
Pero la naturaleza es muy tozuda. La pulsión heterosexual no va a desaparecer salvo que sea amputada. Está prevista para que los hombres transfieran parte de sus trabajo a las mujeres para que la reproducción de la especie sea viable, por mucho que se quiera modificar después culturalmente.
Cuando éramos jóvenes, en mi época, nos planteábamos el feminismo como la no discriminación por género. Ni positiva ni negativa. Lo mismo que con temas étnicos. Lo que ya está en la constitución y en los derechos humanos, vamos, no son ideas nuevas.
Lo que ha venido luego y traspasa esa línea es un despropósito que antes o después se corregirá.
Las lecturas igualitaristas en que las necesidades de hombres y mujeres son idénticas caerán por su propio peso en favor de ideas más justas de equidad.
Hemos pasado en pocas décadas de que esté mal visto estar soltero a partir de cierta edad a que lo mal visto sea una pareja que practique la división sexual del trabajo que tiene más años que el fuego.
Lo que nos planteábamos en su momento era que cada cual pudiera escoger su opción sin cortapisas, no invertir el signo de las conductas a censurar. Eso no es libertad, es opresión con el signo opuesto. Es la misma sociedad opresora diciéndote qué es lo correcto en vez de ofrecerte un marco abierto para que puedas buscar la opción que mejor encaje con tus necesidades.
Del mismo modo que nos hemos encaminado a sociedades laicas con libertad religiosa, deberíamos dirigirnos a ese tipo de "laicismo" en las relaciones en lugar de ir cambiando el signo de las conductas a censurar de forma pendular.
Porque no te engañes, de las tonterías que hemos llegado a oír desde algunos ámbitos del feminismo que de algún modo nosotros mismos engendramos, creo que bastantes empezamos a estar más bien hastiados.
Es un sarampión exacerbado por los intereses económicos de las élites del momento. La pena es que a algunas generaciones les pasará factura, y eso es lo que veremos en los próximos 20 años. Ármate de paciencia porque va para largo, pero no está dicha la última palabra, ni mucho menos.
#13 Te empalmas por las mañanas sin deseo sexual.
Y lo otro que has escrito: tú mismo. Es una batalla perdida. Esto es así ahora en 2024. La masculinidad heterosexual tal como la conocemos tiene los días contados como hegemónica. Las mujeres se llevan organizando en el feminismo desde las sufragistas de finales del siglo XVIII, Simone de Beauvoir en 1949 y luego ya las diferentes olas, la teoría queer, el transfeminismo, el feminismo interseccional,...
¿Y de mientras los hombres haciendo qué como tales? ¿La guerra entre hombres? ¿Deportes? Ridículo.
Dices:
¿no tendrán algo que ver también las tías para que se den estos... desencuentros? Más que nada porque para encontrarse o desencontrarse hacen falta dos.
¿Y qué? ¿Quién va a pagar el pato? La narrativa ya está escrita y es imborrable. Yo me bajo. ¿Quién quiere defender que se la metiste a la niñera?
Dices también:
Pero es que quien no te va a permitir quitar todo eso de la cultura son precisamente aquellas que capitalizan su sexualidad en los modos más diversos, las que sexualizan las calles y entornos de trabajo por su propio interés y de forma cada vez más invasiva.
Pues precisamente, tú lo has dicho, no van a permitirlo: van ganando y van a ganar. Pues con su pan se lo coman, no hay nada que hacer, no puedes competir contra eso. Imagínate no sé... un hombre enseñando nalga por debajo del minishort o algo así... no vas a puntuar positivo (o, no sé, se tardaría generaciones).
Tu conclusión de la hostia que "les dará la vida": eso era antes: ahora las mujeres han conseguido (y más que van a conseguir) llegar a posiciones de poder tradicionalmente masculinas (judicatura, política, policía, salud,...) sin haber perdido las posiciones de poder tradicionalmente femeninas que son las que dices.
Frente a eso no me queda más que quitarme el sombrero: chapeau!