El prototipo de casa solar Low3 desarrollado por un grupo de 40 estudiantes de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallès (Etsav) de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) ha ganado en el concurso internacional Solar Decathlon Europe 2010, junto a un proyecto de Finlandia y Estados Unidos. La casa Low3 fue una de las 20 iniciativas --cinco de ellas españolas-- seleccionadas para participar en el concurso, celebrado en Madrid, en el que compitieron universidades de todo el mundo con proyectos de viviendas sostenibles
El español, que lo hablan 450 millones de personas, es la ya segunda lengua del mundo por número de habitantes nativos, el segundo idioma de comunicación internacional y el tercero más usado en internet, según un informe divulgado hoy por el Instituto Cervantes. En la presentación de este informe, que se ha dado a conocer con motivo de la celebración hoy del Día del Español, la directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel, ha señalado que el español "es un idioma de acogida y de diálogo.
Un grupo de científicos ha logrado descifrar por primera vez en la historia el proteoma completo del hongo productor de la penicilina, el "Pencillium chrysogenum", lo que posibilitará desarrollar cepas más resistentes contra las bacterias y reducir los compuestos contaminantes no deseables de las mismas. Se trata de una investigación, financiada con fondos europeos, que se ha desarrollado en el marco del Instituto de Biotecnología de León (INBIOTEC), según ha explicado hoy en rueda de prensa el director del centro, Juan Francisco Martín.
¿Qué es el número e? Si bien hace dos meses os hablaba del número pi y de lo fácil que es definirlo para que cualquier persona pueda entenderlo, el caso del número e no es tan fácil de definir, pero no por ello menos importante. Si el número pi es considerado como un número clave en la geometría, el número e es un número clave en el cálculo matemático. Al número e también se le conoce como Número de Euler o Constante de Napier. Precisamente éste último nombre se debe a la primera referencia a la existencia de esta constante que hay registrada.
El cerebro humano es un voraz fagocitador de energía: consume el 14% del total del cuerpo aunque su volumen sólo representa el 3% del cuerpo. Aunque ese 3% parezca poco los humanos somos bastante cabezones, como han aprendido con dolor las madres en el parto. Y la macrocefalia de los humanos podría ser aún mayor si no fuera porque la evolución ideó un ingenioso truco para multiplicar la superficie de la corteza cerebral: plegarse una y otra vez en infinidad de circunvalaciones, resultando su característica forma de nuez.
Propio de argumentos de película de ciencia ficción palomitera, ¿la Tierra dejara algún día de orbitar? Y en caso de que sea así, ¿cuándo ocurrirá? Lo cierto es que la Tierra se ralentiza a causa de la fricción de las mareas que ejercen sobre los océanos el Sol y la Luna. El efecto es minúsculo: un día dura ahora apenas 0,0017 segundos más que hace un siglo, algo insignificante a escala humana.
Los astrofísicos creen saber cómo destruir un agujero negro. La cuestión es qué problemas traería consigo. La idea de un cuerpo tan masivo que su velocidad de escape excede la velocidad de la luz se remonta al geólogo inglés John Michell quién la desarrolló por primera vez en 1783. En ese escenario, un haz de luz podría alejarse del cuerpo masivo hasta alcanzar una determinada altura y luego volvería a la superficie.
Hace días releí «Politics and the English Language», un ensayo de George Orwell sobre la decadencia del lenguaje y dos de sus síntomas: las imágenes trilladas y las expresiones vagas. Orwell nos habla de la proliferación de textos vacíos; cuyos autores se limitaron a juntar frases prefabricadas en lugar de elegir las palabras por su significado. El resultado es una prosa fácil de componer, pero enrevesada y coherente sólo en apariencia.
Los juguetes y sus temáticas se han ido adaptando en cada época a los tiempos que corrían pese a que en algunas ocasiones, como la que os mostramos hoy, las tendencias globales no eran las más adecuadas para adaptarlas a los juegos infantiles. Tras las tristemente célebres bombas atómicas lanzadas por los americanos en Japón, en Estados Unidos la energía nuclear todavía era considerada por muchos como un juego y, como muestra de ello, salieron al mercado un buen número de juguetes que se acompañaban de componentes radiactivos como el uranio.
Esas piedras reciben el nombre de balastro o balasto que es, según el diccionario: la ‘capa de grava o de piedra machacada, que se tiende sobre la explanación de los ferrocarriles para asentar y sujetar sobre ella las traviesas’. El balasto sujeta la vía en su emplazamiento y le proporciona el drenaje adecuado, a la vez que reparte la presión bajo la traviesa para impedir que el subsuelo blando se dañe con el peso de los trenes (deformando con ello el trazado de la vía). Ofrece una superficie sólida pero con una cierta elasticidad